El comienzo de un sueño

Cuando era pequeña y visitaba la casa de mi abuela, ella por lo general estaba haciendo cosas con sus manos, o estaba cocinando, o bien tejía, bordaba, pintaba o ideaba la forma de expresarse a través del arte. Cuando cocinaba la casa que era tan grande y helada por naturaleza se convertía en un hogar cálido, con aromas que eran capaces de llevarte a un trance hipnótico. 

Mi abuela, quien partió hace muchos años (cerca de 17 años), dejó una profunda huella en mi vida pese a lo poco que pudimos compartir. Mi mamá dice que nos parecemos, que ambas tenemos en común el haber desarrollado múltiples talentos artísticos en nuestras vidas. Me agrada saber que ella y yo compartimos tantas cosas, desearía que no hubiese partido tan temprano, quizás me hubiese podido traspasar algunos conocimientos de sus técnicas y yo habría sido su más fiel discipula, pero la historia no siempre es como uno se lo imagina.

Aún no tengo hijos, tampoco tengo en la actualidad pareja, mis compañeras en la Universidad me cuentan de las maravillas de la maternidad, yo no sé si a futuro pueda experimentar ese tipo de vivencias. Lo que sí creo es que uno puede realizar muchas cosas en la vida que te pueden llenar y dar sentido a ésta. 

Soy profesora, aunque últimamente no he podido dedicarme mucho a esto,  ya que este año me ha costado harto surgir en el ámbito educativo por falta de oportunidades, pero sigo con esperanzas de encontrar un espacio donde desarrollarme, deseo en la vida nunca dejar de enseñar y de aprender cosas nuevas. Por esto quise, anhelé por mucho tiempo el tener un espacio así, que en este momento puede ser un rincón mágico, de esperanza, de compartir mis sueños y anhelos, así como también un rincón para compartir mis pasiones de la vida como es la educación, la cocinal, a naturaleza, fotografía y las manualidades.

Desde ya lo único que puedo afirmar es que el futuro es azaroso, y frente a todo los cambios que conlleva el futuro este será mi espacio donde me cobijaré...